Emilio, Guiomar y Raimundo aquella mañana se levantaron como un día normal. Dos de ellos tenían que ir a trabajar, el otro salía de una guardia y ponía rumbo a su casa. Todos ellos profesionales enfermeros, unos acudían a su puesto en el hospital y los otros a los servicios de emergencias y a la Cruz Roja. Lo que no sabían ni ellos, ni nadie, es que ese 11 de marzo de 2004 se les quedaría grabado para siempre en sus memorias.