La situación de parada cardio-respiratoria desencadena un conjunto de acciones encaminadas a revertir el proceso de muerte que se ha iniciado. A su vez, dada la interpretación que la sociedad ha hecho de las posibilidades de supervivencia que la ciencia y la tecnología han desarrollado, obligada, asimismo, por la lucha que muchos profesionales sanitarios mantienen por evitar la muerte, hace que el proceso en sí se convierta, en muchas ocasiones, en una actividad que, más que mantener la vida, prolonga la muerte. En este sentido, el concepto de muerte cardio-pulmonar y muerte cerebral cobra relevancia, conjuntamente con otros criterios establecidos a la hora de decidir si se inicia o no una maniobra de reanimación. Normalmente, los aspectos éticos no suponen una prioridad en esta situación y no son tenidos en cuenta en su entera dimensión, provocando situaciones, como lo demuestran numerosos estudios, en las que la calidad de vida de la persona es totalmente contraria a la dignidad que se supone se debe preservar.