En una sociedad como la actual, relativista y dominada por la urgencia, es necesario recuperar los valores morales y, por eso, ya se ha comenzado a hablar de una ética de tercer nivel, que es aquella que se refiere a cómo son tratados los empleados públicos por las personas que los dirigen y a los valores que se deben utilizar en la selección, control y formación de los recursos humanos.
Desde esta óptica, una vez analizado el contexto, se ponen en evidencia algunos problemas muy importante, entre ellos: la sobrecarga de trabajo, conflicto y ambigüedad de rol, despersonalización y agotamiento emocional, absentismo, etc.
Ante esta situación, parece necesario proponer el desarrollo de una serie de alternativas que contribuyan a mejorar los problemas detectados, las cuales pueden ser: delimitación de competencias, carrera profesional, oportunidades de promoción, unidades de hospitalización más pequeñas, etc.