En el desarrollo del artículo se describen varios aspectos: la dificultad de los cuidadores para administrar, sin que se vierta, un líquido al enfermo tumbado en la cama; el uso popular del pistero; el tipo de alimentos susceptibles de introducir en su interior; cuándo empiezan las enfermeras a usarlo; la cultura sanitaria y el modelo profesional de las enfermeras, terminando con su artesanía y fabricación.
Igualmente, se pone de manifiesto que el pistero fue útil y se empleó habitualmente durante un siglo, siendo utilizado en dos ámbitos: en un principio, en el doméstico por la madre, esposa o hermana dentro del plano familiar o por la doméstica encargada de los cuidados del enfermo y más tarde en el sanitario, hospitales, sanatorios y asilos, por enfermeras y religiosas.