La institucionalización del anciano es un momento clave, y supone un cambio drástico. Los humanos viven y se relacionan durante toda la vida en un entorno determinado, que debe proporcionar seguridad y bienestar, entendiendo por entorno todos aquellos condicionantes biológicos, psicológicos y sociales que rodean a la persona y que interaccionan con ella durante toda su vida. Todo lo que represente un cambio traumático será favorecedor de inadaptaciones, desvinculación social y acelerará su proceso de deterioro, llevándole a padecer enfermedades invalidantes. La actuación del profesional de Enfermería es fundamental para favorecer que este cambio no genere todos los riesgos mencionados.
Pensamos que para poder lograr esta integración y adaptación completa, la labor enfermera debería realizarse, no ya una vez que el paciente ha sido institucionalizado, sino antes, tras entrevista con la familia y, de ser posible, con la misma persona, ofreciendo una atención individualizada, donde cobren importancia las particularidades de cada uno y sus necesidades reales, siendo partícipe todo el equipo que se encargará de las tareas de atención y cuidado.