Después del agua, el té es la bebida más consumida en todo el mundo, posiblemente por los numerosos efectos terapéuticos que se le han atribuido a lo largo de la historia en todas las culturas. Es utilizado en el tratamiento de patologías tan diversas como la enfermedad cardiovascular, determinados tipos de cáncer, la caries dental, la decalcificación ósea, alteraciones cognitivas como el Alzheimer, alteraciones del metabolismo del hierro o la litiasis renal. Los datos extraídos de los estudios que se han realizado con el té para comprobar estas múltiples propiedades no son suficientes para afirmar ninguna de ellas. No existen publicaciones que valoren la dosis eficaz, la seguridad o las posibles interacciones del té con fármacos, datos que son imprescindibles para registrar y comercializar cualquier producto con finalidad terapéutica.