Vitalista, optimista, luchadora, pero sobre todo a Sandra Ibarra le gusta que le asignen el título de “superviviente”. Sobrevivió a dos cánceres en siete años, en el primero fue la única superviviente en su planta; ahora, 24 años después, ha creado la Escuela de Supervivientes de Cáncer porque, como ella reivindica, “es necesario tener un registro de vida, no solo de muertes”. La supervivencia al cáncer cada vez es mayor y ella lucha por cambiar los titulares en la prensa. Nos habla además de un proyecto donde la profesión enfermera es la protagonista, las distinciones “Dama de la lámpara. Florence Nightingale”.