Los cambios vertiginosos que están ocurriendo a nivel mundial, políticos, sociales, culturales e históricos requieren profesionales de Enfermería que sepan el porqué y para qué hacen las cosas; que encuentren elementos de mejora en forma colectiva y que tengan una visión dialéctica amplia entre la teoría y la práctica, aunque esto implique una ruptura de ciertas tradiciones educativas que se encuentran aún ligadas al paradigma de la simplicidad, las cuales, no están justificadas en nuestra época, como son: la formación individualizada, el rigor en los procesos de enseñanza-aprendizaje, la falta de reflexión en las acciones de la enseñanza de enfermería, entre otros, elementos que han contribuido al divorcio existente entre la teoría y la práctica. Estos cambios según la teoría de la complejidad deben comenzar por los profesores, para que adopten y apliquen algunas teorías distintas a las que ya tienen, por supuesto, sin desechar o descartar del todo las ya existentes, de esta manera se podrá disminuir el choque con la realidad que ocurre muchas veces entre estudiantes, profesores, profesionales de enfermería y el contexto donde se desarrollan las prácticas, permitiéndoles adoptar una postura reflexiva y crítica que disminuya el desequilibrio o la entropía, en sentido metafórico del trípode de la educación superior (texto-contexto-reflexión e interpretación de la acción donde se produce el saber propio).