Controversia entre dos diferentes posturas claramente diferenciadas. El hecho claro e irrefutable de que las personas que consumen bebidas alcohólicas con regularidad corren un grave riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cáncer de diversa índole y la postura que defiende que las bebidas de baja graduación alcohólica como la cerveza y, en especial, el vino, tengan un efecto cardioprotector siempre y cuando sea tomado con moderación.
Recientemente se han publicado algunos artículos al respecto de las sustancias cardioprotectoras del vino. Por un lado, el hecho de que tenga alcohol que van ha producir una vasodilatación y otros efectos sobre la fibrinolisis, si no que hay otras sustancias que van a facilitar la fibrinólisis de trombos reduciendo así en riesgo de padecer cardiopatía isquémica.
Por otro lado, estudios epidemiológicos demuestran que sujetos que consumen alcohol con moderación tiene menor riesgo cardiovascular. Sin embargo, los consumidores moderados de vino tienen un riesgo aún menor de padecer estas patologías.
Por el contrario y exceptuando el alcohol, los componentes cardiosaludables del vino están en sus precursores: uvas y mosto. Algunos de ellos están presentes en los arándanos y en el cacao. Esto nos lleva a la conclusión de que no es necesario tomar alcohol para ingerirlos y beneficiarse de esos compuestos.