Educare
Aprender a cuidar y cuidados profesionales (I). Algunas reflexiones sobre la naturaleza política y de género de la pedagogía y de la práctica del cuidado
José Luis Medina Moya
2006-01-01

Introducción
En este trabajo se explicará, en primer lugar, cómo en la actualidad el discurso disciplinar y teórico de la Enfermería, aunque goza de buena salud en la literatura del campo y posee una gran riqueza y pluralidad teórica, se halla en el contexto de la asistencia a la salud, todavía subsumido y disuelto dentro del saber biomédico. Para comprender y hacer inteligible tal paradoja se presentarán dos de los factores que históricamente han influido en su constitución. En primer lugar, se aludirá a las relaciones de poder que acompañan a todo proceso de elaboración discursiva y que han legitimado la hegemonía de las visiones empírico-analíticas y tecnocráticas de la salud y la enfermedad encarnadas por el modelo biomédico. En segundo lugar, se explicará que el sexismo en el sistema sanitario es un reflejo del sexismo en la sociedad y que el estatus de subordinación de la enfermería respecto la medicina, se debe a la naturalización de formas socialmente construidas de opresión, discurso por el que se transforman estructuras sociales jerárquicas y de privilegio en diferencias biológicamente mediadas. Se trata de hacer visible los intentos de los grupos que detentan el poder en el sistema de salud de asociar las funciones de la enfermería a virtudes biológicamente femeninas para con ello justificar el bajo estatus de aquélla en el sistema de salud, el cual, no es, sin embargo, fruto de cualidades intrínsecamente femeninas o de una lógica natural: es un lamentable prejuicio social o estereotipo.

Es éste un intento de ir más allá, problematizándolo, del mundo de los hechos supuestamente objetivos y verdaderos que es el universo de lo no discutido de lo aceptado como natural e inamovible de modo acrítico. Este universo no reflexivo es el marco de referencia de aquellos que viven en el mundo sin cuestionar su facticidad. En esa relación acrítica y cosificada con el mundo social, el orden social, sanitario, educativo económico y político no es percibido como convencional o como una posibilidad entre otras sino como autoevidente, esto es, que tiene un funcionamiento autónomo e independiente de las personas. La legitimidad de este mundo de los hechos y su poder provienen de una percepción equivocada, del no reconocimiento de la naturaleza arbitraria de cualquier construcción social de la realidad (1).

 
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