En todas las especies, excepto en la humana, la sexualidad ocupa un lugar vertebral, cuyo fin es la perpetuación de la especie, constituyendo un eje en torno al cual giran los ciclos anuales y los comportamientos más característicos: celos, cortejo, apareamiento, incubación, cría, defensa (y competición de machos), defensa del territorio, migraciones y mecanismos de conservación del equilibrio demográfico, además de una serie de distintivos en la apariencia estética del macho y/o de la hembra como reclamo sexual. En el ser humano este eje se desplaza y, sin perder importancia la conservación de la especie, la actividad sexual discurre por el...