Desde una perspectiva histórica, todas las intervenciones clínicas persiguen un objetivo último: la curación de los pacientes. Teniendo en cuenta que esa premisa se basa en un concepto de salud previo en el que la enfermedad y la muerte son consideradas como un fracaso, puede entenderse la preocupación por prolongar la vida con todos los medios posibles. En el contexto de una medicina súper especializada, no lograr la curación genera en los profesionales impotencia, negación, no aceptación y frustración. En cuanto a su relación con el paciente, causa incomunicación, objetivos inadecuados de actuación o, en todo caso, ...