Así como para los contaminantes físicos no existen vías de entrada específicas en el organismo, dado que sus efectos son consecuencia de cambios energéticos que afectan a órganos muy concretos, en el caso de los contaminantes químicos o biológicos sí hay varias vías de entrada localizadas. La absorción de un contaminante químico por el organismo supone su incorporación a la sangre, tras rebasar los escollos naturales formados por las diferentes barreras biológicas (paredes de los alveolos pulmonares, la propia piel, el epitelio gastrointestinal, las capas celulares, el tejido vascular, etc.) y así ser distribuido por ...