Cuando se decide el ingreso de un niño o un adolescente diagnosticado de un cáncer, este puede llegar con su familia al hospital por caminos diferentes: a veces de forma más o menos rápida e imprevista, porque los síntomas hayan aparecido de manera súbita, lo que hace que el conocimiento de la enfermedad sea muy traumático y aparezcan sentimientos de incredulidad y negación. En otros casos, el diagnóstico se hace tras un periodo más o menos largo de consultas por diferentes pediatras, pruebas diagnósticas, tratamientos que no hacen desaparecer la sintomatología definitivamente, etc. En estos casos, la noticia es ...